martes, 27 de mayo de 2014

Cárcel sin privilegios a los genocidas


El colectivo Limando Rejas* expresa enfáticamente su rechazo a la Resolución nro. 557, dictada por el Director Nacional del SPF Emiliano Blanco, que dispone la reubicación de las mujeres alojadas en un sector de la Unidad 31 de Ezeiza, a los fines de alojar transitoriamente allí a personas detenidas por haber cometido crímenes de lesa humanidad, hasta tanto se les construya para ellos “una residencia específica”.
La resolución adoptada por SPF utiliza argumentos vinculados con el crecimiento de la población detenida por este tipo de delitos, y con la conveniencia de que la misma esté alojada cerca del Hospital Penitenciario.
Estamos convencidos de que la salud y la vida constituyen derechos inherentes a las todas las personas y no privilegios para unos pocos. El estado tiene la obligación y el deber de garantizar estos derechos sin discriminación alguna.
Es de público conocimiento el hacinamiento de las cárceles y la falta de acceso a la salud de la cual es víctima la gran mayoría de las personas privadas de la libertad. El año pasado Limando Rejas de manera conjunta con las mujeres alojadas en el CPF IV Ezeiza presentó una nota ante la Dirección Nacional del SPF denunciando los problemas más relevantes de salud que las mismas sufren cotidianamente.
De la resolución cuestionada se desprende que el SPF está finalmente admitiendo que la lejanía respecto del hospital implica una dificultad para acceder a la salud. En este sentido, la medida adoptada va en detrimento de los derechos de otras personas detenidas que padecen enfermedades y dolencias, incluso de gravedad, y requieren la misma o mayor atención médica.
La resolución se refiere a quienes fueron parte de la dictadura cívico militar empresarial y eclesiástica como una “categoría de internos” que mantienen un “bajo nivel de conflictividad” calificándolos así positivamente y otorgándoles un trato diferencial respecto del resto de la población penitenciaria, vulnerando de este modo el derecho a la igualdad.
Por último, nos oponemos al modo en que fueron efectivamente realizados los traslados de las mujeres afectadas: de modo intempestivo, en horas de la madrugada, durante el fin de semana, por personal masculino armado, sin informar el destino ni permitirles los más mínimos preparativos, tales como comunicar telefónicamente a familiares, abogados/as defensores y organismos de derechos humanos respecto de su traslado o llevar consigo sus efectos personales. A eso debe sumársele las requisas denigrantes a las que fueron sometidas las mujeres al ingresar al Complejo Penitenciario Federal IV, que incluyeron, entre otras cosas, la inspección vejatoria de sus cavidades genitales. 
Por todo lo expuesto, Limando Rejas repudia esta resolución y estas prácticas de la agencia penitenciaria, que son avaladas directa o indirectamente por la agencia judicial -al no controlar los traslados en forma previa a su efectivización- y que producen lesiones graves a los derechos humanos de las personas privadas de la libertad.

*Limando Rejas forma parte de la organización política Usina y es un colectivo conformado por personas que están o estuvieron privadas de la libertad, estudiantes de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, abogados y docentes, comprometidos con la disputa en favor del efectivo cumplimiento de los derechos de quienes viven o han vivido el encierro carcelario.






El relato de Sonia "La gallega".

A continuación se trascribe el relato de Sonia "La gallega", participante del taller de Limando Rejas en Ezeiza, quien relata su experiencia personal en relación a las requisas a las que diariamente son sometidas quienes se encuentran privados de su libertad, sus familiares, allegados y visitas. 
Su experiencia se vincula con la difusión del "resumen del fallo sobre requisas vejatorias" que está subido bajo ese nombre en el presente blog.

Este relato también forma parte del libro que estamos preparando para publicar en este año desde Limando Rejas.


“Este es el relato de mi experiencia vivida con la ‘requisa carcelaria’.
Empezaré diciendo que soy extranjera y es la primera vez que me encuentro en esta situación y por circunstancias de la vida. Como imaginarán, llegas a prisión con mucho miedo, ya que no sabes lo que te espera. Pero pronto te lo hacen saber.
Pasas por manos de la requisa en cuanto llegas, y cada vez que te sacan de comparendo. A la salida y a la entrada.
Su modo de actuar es llevarte al retén (habitación dividida por paneles y cortinas mugrientas, sin ninguna higiene) y obligarte a subir la remera, desabrochar el corpiño, bajarte los jeans o calzas y también a veces los calzones.  Todo eso con unos modales dignos del ejército.
¿Saben ustedes cómo nos hacen sentir? Ultrajadas, vejadas y sin dignidad alguna. Eso me sucedía cada vez que me sacaban del penal y no podías decir ‘no’. Hasta que llegó el día que empecé a estudiar un curso llamado Derecho Social, y allí comencé a aprender los derechos que como seres humanos y presas teníamos. Entre ellos: el derecho a decir ‘no’ a estas requisas vejatorias.
Y así sucedió. La siguiente vez que me sacaron de comparendo, en el retén, cuando me iban a requisar, me negué. Me amenazaron con sancionarme, llevarme a los tubos (celdas de castigo), etc. Yo les respondí: ‘Que lo hicieran, que yo les pondría un habeas corpus.’ Muy asustada, me mantuve firme y no lo permití. Ellas se justificaban diciéndome, que era para comprobar que no tenía golpes. Les respondí: ‘Que ellas no eran nadie para comprobar eso, que si alguien debía hacerlo, era el médico.’ Y lo llamaron. La doctora me preguntó s tenía lesiones y le respondí que no. Solo me miró la espalda y las piernas sin necesidad de desnudarme para nada. A continuación firmé el parte de ‘no lesiones’ y salí de comparendo.
Sé que existen aparatos para poder requisarnos, sin tener necesidad de someternos a estos tratos inhumanos. Los tienen disponibles en Ezeiza y yo me pregunto: ¿por qué no hacen uso de ellos? ¿Disfrutan humillando a las personas, sometiéndolas?
A partir de ese momento, siempre me niego porque ese es mi derecho. De hecho, no he vuelto a tener problemas. Cuando me amenazan, les digo: ‘Yo no me niego a pasar por el scanner, pero sí a quitarme la ropa. Si me obligan les hago un habeas corpus y nos vemos ante el juez.’ Con eso las controlo.
Doy gracias a estas jóvenes profesionales de los derechos, que nos dan la fuerza suficiente para enfrentarnos a la requisa con las leyes en la mano.
Gracias de corazón.

Sonia, la gallega.”